Pudiéramos definir las Ciudades Inteligentes como “la virtualización de la vida que conocemos”.
Aplicar la tecnología de la información y comunicaciones (TIC) en la creación de proyectos y sistemas para la prestación de servicios públicos de alta calidad, a través de infraestructuras modernas, con el propósito de facilitar, automatizar y optimizar los recursos que les permite a los ciudadanos tener calidad de vida y proteger la naturaleza.
Pareciera ser una planificación futurista, tomando en consideración que hasta la actualidad en muchos países, principalmente de Latinoamérica, predominan los métodos tradicionales y el trabajo manual deficiente, para gestionar las carencias de la sociedad; sin embargo, es una realidad que está en auge acelerado a nivel mundial.
Con la evolución de la tecnología emergen innumerables desarrollos que buscan la sostenibilidad y responder a las necesidades básicas de las instituciones, empresas y de los propios habitantes, tanto a nivel económico, como los aspectos operativos, sociales y ambientales, como por ejemplo:
- La Automatización de las Instituciones
- El Mercado de Trabajo Electrónico
- La Educación a Distancia
- La Digitalización de la Salud
- Infraestructuras Inteligentes
Muchas de estas propuestas ya se han implementado en ciudades como: Tokio, Londres, Nueva York, Zúrich y París; sin embargo, para alcanzar estos niveles de sostenibilidad se requiere de distintos factores como lo son: Marcos Legales, Planificación Urbana, Gestión Publica, Tecnología, Medioambiental, Proyección Internacional, Cohesión Social, Movilidad y Transporte, Capital Humano y Economía.
La pregunta sería ¿De todos estos factores cuáles necesita fortalecer Venezuela para poder tener Ciudades Inteligentes?
Y la respuesta seria TODOS, lamentablemente nuestro país ha sido fuertemente golpeado por los estragos del Covid-19, aunado a las deficientes políticas de gobierno, servicios básicos críticos, sistema eléctrico inestable, falta de combustible, economía en declive que genera poca capacidad contributiva, entre otras.
Deberían colocar el foco en los gobiernos regionales y municipales y apoyar su capacidad institucional para mejorar los servicios públicos, promover que los ciudadanos pueden involucrarse en las soluciones, incentivar la participación de modelos de negocios privados basados en la sostenibilidad, para contribuir a la implementación de la tecnología en lo urbano y de manera progresiva recuperar sectores, como por ejemplo: Soluciones de Transporte, Aseo, Comunicaciones, entre otros.
Aunque el problema pudiera parecer mucho mayor, se trata básicamente de la implementación de sistemas informáticos y de conexión, para gestionar y optimizar el funcionamiento de la ciudad, no solo en cuanto a infraestructura, sino de su gente. Esto puede ayudar a incrementar el empleo, disminuir la contaminación, y mejorar la gestión de recursos.
Un punto primordial en la adopción de la tecnología en materia urbana es el tema de la administración y legislación, definir las políticas urbanísticas que garanticen el derecho a la ciudad, el ejercicio efectivo de los derechos humanos y los derechos civiles.
Además de controlar la dinámica urbana para mantener el equilibrio entre el desarrollo de conformidad al orden económico mundial, la preservación de los recursos ecológicos y la equidad social, a fin de asegurar la distribución sostenible de los recursos, servicios, bienes y oportunidades.
En resumen, frente a estas realidades, es necesario reconfigurar el pensamiento jurídico-social, para plantear la adaptación de la legislación nacional y tratados internacionales a los avances de la ciencia y poder afrontar las regulaciones necesarias en el futuro de las realidades ya instaladas, entre ellas, el régimen jurídico de las infraestructuras inteligentes y el uso de la big data.